Elqui Opinión

Un intolerable relato de horror que se repite hasta el cansancio

Por:  Pamela Farías Antognini, Directora Ejecutiva Nacional Fundación PRODEMU

 No podemos seguir sin estupor e indignación los detalles que poco a poco se van develando en relación al femicidio frustrado de Nabila Rifo, encontrada inconsciente  la madrugada del sábado en las calles de Coyhaique, víctima de una brutal agresión.

La indignación aumenta hasta hacerse intolerable al comprobar mes a mes que estos hechos están lejos de ser “puntuales” y “aislados” construyendo un horrendo y largo relato de horror que se repite como parte de un cotidiano unido a una cultura que conserva resabios machistas de manera transversal.

Esta cultura es la que sostiene que hay “motivos” que “justifican”  las agresiones, como quedó demostrado hace algunas semanas, en el fallo del Tribunal de Ovalle que conmutó una pena de 5 años de presidio efectivo por reclusión domiciliaria al femicida frustrado de Karol Pizarro.

Esta cultura es la que minimiza estos crímenes calificándolos de “pasionales”, o atribuyéndoselos al “amor” y los “celos”, como siguen tratando los medios y algunas autoridades a estos casos y que tuvo su máximo reflejo en aquel desafortunado titular de La Cuarta por el femicidio de Yuliana Aguirre, que tristemente coincidió con las conmemoraciones del Día Internacional de la Mujer este año.

La misma cultura es la que encuentra “exagerado” sancionar el acoso callejero, culpa a las mujeres de “provocar” con su vestimenta, actitud, o la ingesta de alcohol y hace la vista gorda frente a la violencia doméstica dejándola como un “asunto privado”, o un problema “de parejas”.

Mientras Nabila Rifo lucha por su vida en la ex Posta Central y las policías intentan buscar pruebas que permitan dar con el o los culpables de este horrendo hecho,  es imposible no recordar el caso de Carola Barría de Punta Arenas que en 2013 sufrió una agresión con el mismo nivel de brutalidad por parte de su ex pareja, que tenía antecedentes por violencia y una condena por violación.

Debemos avanzar en la erradicación de la violencia de género, para ello es fundamental sancionar a los responsables, establecer mecanismos de denuncia eficaces, sensibilizar a los involucrados (Carabineros, PDI, Fiscalías) para que comprendan que los femicidios son más que simples homicidios porque conllevan una discriminación  que no podemos tolerar en pleno siglo 21.

Pese a todos los avances que como sociedad hemos experimentado en equidad de género en los últimos años, incluida la implementación de la Agenda de Género comprometida por el Gobierno de la Presidenta Bachelet,  es claro que necesitamos con urgencia y mayor fuerza educar a las actuales y nuevas generaciones en la construcción de relaciones respetuosas entre hombres y mujeres.

Esta tarea es responsabilidad de toda la sociedad: organizaciones, instituciones, medios de comunicación, comunidades, entornos laborales y familiares, grupos de amigos, recintos educacionales, iglesias y sindicatos.

Condenar claramente y sin matices todas las formas de violencia y reforzarlas con educación y participación permitirá terminar con este macabro relato que día a día encuentra en nuevas víctimas más páginas para contar la misma historia.

 

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