Vigorexia: cuando el ejercicio se transforma en una obsesión
Por: Maryory Escobar Torres, Interna Nutrición y Dietética, Universidad Católica del Norte, Campus Guayacán
La vigorexia o dismorfia muscular es un trastorno obsesivo caracterizado por la excesiva práctica de ejercicio físico o deportes, con el fin de aumentar la masa muscular. Este trastorno fue estudiado por primera vez por el doctor Harrison G. Pope (1997), quién lo encuadró dentro de un grupo de trastornos denominados dismorfias corporales, las cuales corresponden a cuadros psicológicos de marcada insatisfacción corporal y malestar, en donde el individuo se siente con una apariencia débil y pequeña cuando en realidad es fuerte y grande.
Si bien tiene distintas formas de manifestarse, tiene una sintomatología en común que es la búsqueda de una imagen perfecta.
En la actualidad no se disponen de estudios epidemiológicos sobre este trastorno, pero según lo estimado por Pope (1997), hasta un 10% de las personas que practican deporte varias horas al día pueden ser afectadas por la vigorexia. Actualmente, Rob Willson – presidente de la Fundación para el Trastorno de la Dismorfia Muscular en el Reino Unido – señala que esta condición se encuentra en aumento pero que muchos casos no son diagnósticados porque hay muy poca consciencia sobre el problema.
Si bien la prevalencia no es clara, el mayor riesgo está en deportistas que entrenan aproximadamente 10 horas a la semana, siendo más frecuente en hombres que mujeres.
Entre los factores que desencadenan esta conducta, se encuentran las personalidades obsesivas, los problemas emocionales y/o relaciones conflictivas; las cuales influyen sobre el pensamiento de dichas personas y se observan débiles y frágiles, sintiendo que carecen de musculatura y de tonicidad. Esto desencadena una conducta compulsiva en torno al ejercicio físico, con el objetivo de aumentar su masa muscular.
Cuando el constante ejercicio hace el efecto esperado, es decir, logran aumentar la musculatura, quienes sufren de vigorexia no lo ven así y continúan observándose débiles, por lo que comienzan a consumir una dieta baja en grasas y con un importante aporte de carbohidratos y proteínas, las que se encuentran por sobre los niveles recomendados. Además suman a esta dieta suplementos alimenticios y concentrados proteicos, hasta el punto de usar esteroides inyectables, anabólicos y hormona del crecimiento.
La obsesión compulsiva, la sobrecarga física y la ingesta de sustancias peligrosas convierten a la vigorexia en un trastorno terrible, el cual puede causar daños a nivel físico y psicológico. Dentro de los riesgos físicos que se pueden presentar, están los desgarros musculares, esguinces, lesiones óseas o de los tendones, también la posibilidad de sufrir un infarto debido a que el músculo cardiaco engruesa a tal manera que puede obstruir el paso del flujo sanguíneo por las arterias.
En cuanto a los problemas psicológicos se encuentran principalmente el síndrome de ansiedad, el aislamiento social y familiar.
Otros riegos, son los secundarios a la alimentación que llevan estas personas, puesto que si se abusa del consumo de proteínas se pueden generar problemas a nivel renal, mientras que la ingesta de anabólicos y esteroides se pueden ocasionar graves problemas de salud, como una insuficiencia hepática, infertilidad, hipertensión arterial, arritmia cardiaca, accidentes vasculares, además de problemas psiquiátricos como depresión o agresividad.
En relación al tratamiento de la vigorexia, este debe ser integral y a cargo de un equipo multidisciplinario que incluya psicólogo, médico, nutricionista, entre otros profesionales. Lo primero es modificar la conducta y la perspectiva que tienen las personas vigorexicas sobre su cuerpo, por eso es muy importante que quienes sufren este trastorno puedan reconocer el problema y buscar ayuda profesional.
Recordemos entonces que realizar ejercicio físico todos los días tiene innumerables beneficios sobre la salud, pero cuando esto se trasforma en una obsesión y la imagen corporal se ve distorsionada –diferente a la realidad-, se debe buscar ayuda profesional. En relación a la alimentación, esta debe ser equilibrada y en cantidades adecuadas y sólo se deben utilizar suplementos alimenticios cuando sean dados por prescripción médica.
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