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Amanda Pinto Sepúlveda: Educadora, feminista y embajadora chilena

Según antecedentes en el libro Escritoras Nacidas en el Valle del Elqui entre los años 1886-958, de Roberto Joaquín Castro Herrera, su nacimiento fue en la localidad de Peralillo.

El 5 de diciembre de 1886 nació la primera hija de Onofre Pinto y Sabina Sepúlveda, Amanda Pinto Sepúlveda, luego conocida como Amanda Labarca Huberston. Según antecedentes en el libro Escritoras Nacidas en el Valle del Elqui entre los años 1886-958, de Roberto Joaquín Castro Herrera, su nacimiento fue en la localidad de Peralillo. Al respecto existe una duda, pues en otras publicaciones aparece la ciudad de Santiago como el lugar en donde nació.

Su padre, un comerciante de tendencias liberales, la matriculó en un colegio de calle San Isidro, y luego en el Liceo Americano; terminó sus estudios en el Liceo de Isabel Lebrun de Pinochet. En 1902 rindió su examen para obtener el grado de bachiller en Humanidades, que la capacitó para seguir una carrera universitaria.

Asidua lectora desde su infancia, su afición fue fundamental a la hora de elegir una profesión. En 1903 ingresó al Instituto Pedagógico para seguir la carrera de pedagogía en Castellano, de la que egresó en 1905 junto a otras dos mujeres, a la temprana edad de 19 años.

En 1906 contrajo matrimonio con el profesor y futuro ministro de Estado, Guillermo Labarca Huberston, de quien adoptó sus dos apellidos. En 1910 viajó a Estados Unidos para ingresar al Teachers College de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Acompañada siempre de su esposo, apoyo fundamental para ella, continuó sus estudios de perfeccionamiento en la Universidad de La Sorbona (1912). En 1918 inició un nuevo viaje por Estados Unidos, ahora con el encargo del gobierno de estudiar el sistema escolar de ese país.

Amanda Labarca inició su labor de educadora en la Escuela Normal Nº 3 de Niñas de Santiago, donde ingresó como subdirectora en 1906, recién titulada. En 1909 impartió clases de Castellano en el Liceo Nº 2 de Niñas de Santiago, año en el que fundó junto a otros educadores la Sociedad Nacional de Profesores.

Luego de una interrupción por sus viajes de perfeccionamiento, en 1916 fue designada directora del Liceo de Niñas Nº 5 Rosario Orrego de Santiago. Este último nombramiento fue censurado por el Partido Conservador. No obstante la crisis ministerial que ocasionó este incidente, el Presidente Sanfuentes la confirmó en su cargo. Ya era notorio el carácter liberal, independiente y decidido de la profesora Labarca, muy lejana a la vida de la simple mujer de comienzos de siglo.

En 1922, a la edad de 36 años, Amanda Labarca fue nombrada profesora extraordinaria de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, luego de rendir el examen de suficiencia. La trascendencia de este hecho fue celebrada en un homenaje realizado por académicos, mujeres y estudiantes. Al evento asistieron el Presidente de la República, Arturo Alessandri Palma, y Pedro Aguirre Cerda, presidente de la Sociedad Nacional de Profesores. La ocasión lo ameritaba: Amanda Labarca se había convertido en la primera mujer que accedía en calidad de académica, a la Universidad de Chile.

Habiendo iniciado su carrera universitaria como profesora del curso de Psicología, a fines de 1923 fue ascendida al grado de profesora ordinaria de Filosofía; es decir, miembro activo de la comunidad académica.

Entre 1927 y 1931 Amanda Labarca sufrió los rigores del gobierno de Carlos Ibáñez; su esposo fue enviado al exilio y ella debió cesar en su desempeño público. Al cabo de este período fue nombrada directora general de Educación Secundaria.

Su labor fue próspera en actividad: continuó con el proyecto de experimentación educacional iniciado en 1929, lo que derivó en la fundación, en 1932, del Liceo Experimental Manuel de Salas.

Amanda Labarca pasó a integrar el Consejo Universitario, cargo que desempeñó por un año, para luego ser nombrada delegada del Presidente de la República al Consejo Universitario, alta distinción que desempeñó hasta 1952.

Como integrante de ese organismo llevó adelante la organización y dirección de las Escuelas de Temporada, desde su creación en 1935. Asimismo, cumplió un destacado rol como directora ejecutiva de la reorganizada Comisión Chilena de Cooperación Intelectual (1936). Su labor en la Universidad de Chile se extendió hasta diciembre de 1955, cuando jubiló por segunda vez.

En 1963, a la edad de 77 años, fue distinguida con la calidad de profesora emérita de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile.

Amanda Labarca fue también protagonista de los incipientes movimientos feministas chilenos, cuyo impulso más decidido se dio hacia 1935.

En 1931 fue nombrada vicepresidenta de la recién fundada Asociación de Mujeres Universitarias, organización al servicio de la toma de conciencia del rol de la mujeres entre aquellas menos preparadas.

Fue una de las fundadoras del Comité Nacional pro Derechos de la Mujer (1933), y participante activa en el Primer Congreso Nacional de Mujeres (octubre y noviembre de 1944), que dio origen a la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (Fechif), organización de la cual fue su primera presidenta. Su acción dio un impulso decidido a la obtención de los derechos civiles y políticos de la mujer.

En 1946 fue nombrada embajadora de Chile ante las Naciones Unidas (ONU), durante el gobierno de Gabriel González Videla, período en el cual se concretó la ley de sufragio femenino (1949), anhelo de la experimentada educadora.
Amanda Labarca también dejó fluir su pluma, dedicándose como escritora preferentemente a los temas relacionados con la educación secundaria y la educación de la mujer, además de una abundante producción de artículos de muy diversos temas, y textos escolares como Juan y Juanita y el Nuevo Silabario Americano.

Entre sus principales escritos habría que destacar Impresiones de Juventud (1909); La Educación Secundaria en los Estados Unidos (1919), Nuevas Orientaciones de la Enseñanza (1927) y La Evolución de la Segunda Enseñanza (1938). Más adelante sus intereses se expresarían en títulos como Mejoramiento de la Vida Campesina (1936) y Bases Para una Política Educacional (1944).

Entre los escritos dedicados a sus intereses feministas, se deben mencionar, entre otros, Actividades Femeninas en los Estados Unidos y el último, Una Mujer Enjuicia su Tiempo, presentado con ocasión de su incorporación como miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales del Instituto de Chile (1969).

El retiro de Amanda Labarca de las aulas no significó el abandono de sus intereses e ideales. En 1961 fundó la Liga Cívica Femenina, institución con fines sociales. Por último, en 1967, formó la Confederación de Organizaciones Femeninas (Cofech), organismo del cual fue presidenta hasta 1970, cuando tenía 84 años.

Amanda Labarca debe ser considerada como una de las mujeres más sobresalientes de este siglo. Mujer de ideales progresistas, democráticos y laicos, por ende, de tendencias radicales, aspiró y ayudó al progreso de una educación para todos, así como por una sociedad igualitaria.

Su antiguo jefe, el ex rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández, la describió en 1975 como sigue: Es una de las mujeres de más talento que ha producido este país… fue historiadora de la educación, gran maestra, profesora de Filosofía y de Psicología, escribía en la prensa permanentemente, intervenía en el Partido Radical, recibía en su casa. No había profesor eminente que llegara a Chile que no estuviera en la tertulia de Amanda Labarca… Es una mujer extraordinaria. Yo espero que la historia de esta mujer tendrá que hacerle justicia en la forma que merece.

 

 

 

 

 

Cristian Pérez Trujillo

Periodista, Licenciado en Comunicación Social, de la Universidad de La Serena. Nacido en Vicuña y criado en el Valle de Elqui. Amante de la tierra elquina, de los deportes y la cultura.

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