Entrevistas

Arzobispo René Rebolledo: “Una profunda experiencia de comunión con el Papa Francisco, sus colaboradores y el episcopado chileno”.

En esta expresión sintetizó el Arzobispo de La Serena, Mons. René Rebolledo Salinas, la reciente Visita ad Limina realizada por el episcopado chileno entre los días 20 y 28 de febrero de 2017. Dialogamos con el pastor arquidiocesano, recién regresado al país, para conocer sus impresiones en relación a este importante acontecimiento eclesial.

¿Cómo puede describir la preparación para la Visita ad Limina de nuestro episcopado?

Anhelábamos desde hace mucho tiempo esta Visita. La última, en la cual fuimos acogidos por el Papa Benedicto XVI, tuvo lugar el año 2008. Habían transcurrido ocho años. Lo habitual es una Visita cada cinco años. Nos preparamos con antelación orando al Señor por los frutos de este encuentro con el Santo Padre Francisco y sus colaboradores más cercanos.

En su primera fase fue provechosa y significativa la respuesta de nuestra arquidiócesis al Cuestionario enviado por la Santa Sede con antelación y que versaba sobre diversos temas. Colaboraron en la preparación sacerdotes y agentes pastorales, aportando los elementos necesarios para una respuesta sencilla, completa y, a la vez, profunda. Esta tarea fue un ejercicio que aportó significativamente a la comunión y a una visión de nuestra realidad social, política y, obviamente, eclesial.

Como preparación inmediata a la Visita hemos vivido algunos días de retiro en Asís, lugar maravilloso, señalado por la santidad de la presencia del Señor en Francisco y Clara. Las celebraciones eucarísticas, los momentos de oración y reflexión, las visitas a los lugares sagrados de Asís, han sido el marco ideal para una excelente preparación al encuentro con el sucesor de Pedro, el Papa Francisco.

¿Cómo fueron los encuentros del episcopado, guiados por el Papa Francisco?

El Santo Padre nos acogió el lunes 20 de febrero durante dos horas y media. En la misma semana, el jueves 23, sostuvimos un segundo encuentro con él, acompañado en esta ocasión por algunos señores Cardenales que presiden importantes dicasterios de la curia romana.

Es emocionante encontrarse con el Santo Padre. Le hemos hablado con total confianza, así como un hijo dialoga con su padre. Cada uno de nosotros tuvo la oportunidad de abrirle su corazón de pastor y manifestarle anhelos y esperanzas, darle a conocer más profundamente la realidad en que vivimos y anunciamos al Señor y su Evangelio. Le hemos podido manifestar también nuestros dolores y preocupaciones. Él nos ha escuchado atentamente, nos ofreció su palabra, nos confirmó en la fe y nos animó a seguir adelante en el nombre del Señor.

¿Qué destaca especialmente de esta Visita ad Limina?

Son muchos los aspectos a destacar. Necesitamos tiempo para reflexionar y sistematizar los aportes. Puedo participarles que destaca sobre todo el espíritu de comunión y la expresión de sinodalidad en que hemos vivido estos días de bendición para nosotros y nuestras comunidades.

¿Tuvieron los obispos posibilidad de dialogar personalmente con el Santo Padre?

El diálogo se dio ante todo en la comunión de la Conferencia Episcopal. Sin embargo, hubo también momentos para acercarse con toda confianza al Santo Padre  y manifestarle inquietudes personales.

¿Qué le participó usted al Papa como más personal?

El día jueves 23, cuando sostuvimos un encuentro con el Papa y los responsables de algunos dicasterios, hubo un momento en que nos acercamos a hablar con él. Le informé del terremoto acaecido en nuestra región el día 16 de septiembre de 2015, le agradecí por sus oraciones y cercanía, como también por el saludo que nos envió. Le pedí que nos diera su bendición, especialmente a las familias que más han sufrido las consecuencias del  sismo y posterior tsunami.

¿Cuales son las proyecciones de la Visita al Papa?

Son múltiples. Sin embargo, como he manifestado, necesitamos tiempo para la reflexión y ahondar en la orientación que nos ha dado el Santo Padre. Estimo que es de fundamental importancia seguir concretando entre nosotros un real espíritu de comunión y sinodalidad, dos criterios evangelizadores a los cuales hoy debemos dar toda su importancia. Jesucristo, el Señor, debe ser amado, seguido, celebrado y anunciado en nuestro tiempo. Para ello es fundamental que en la Iglesia asumamos con renovado fervor esta bella misión en comunión.

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