El mechoneo: “De fiesta y lágrimas”
Por: Marcela Carreño Mardones; Directora Regional Servicio Nacional de la Mujer
Mal acostumbrados estamos que, al comenzar cada año universitario, los medios de comunicación colmen sus páginas y noticieros con serios hechos ocurridos en los ya tradicionales “mechoneos” y que no hagamos nada el respecto y simplemente tomemos palco. Al hablar de este rito, cabe señalar que es una actividad realizada usualmente en diversas instituciones educacionales para recibir a las recién llegadas. En Chile, a un alumno(a) de primer año se le conoce popularmente como “mechón” (na). Aunque estas liturgias son habituales en múltiples países, en el nuestro el mechoneo es bastante tradicional y extendido.
Originado en los años sesenta como una suerte de ceremonia de iniciación, con el paso de los años se instituyó como una tradición a nivel nacional. El nombre de origen se debe a que ésta incluía el corte de un mechón de cabello que marcaba al alumno debutante. Hasta ahí, todo bien, una actividad lúdica e inclusive ingeniosa y divertida dentro de un marco de respeto. Sin embargo, con el paso del tiempo, la celebración se expandió y en ocasiones se realizaban cortes totales del cabello. Asimismo, otras actividades comenzaron a agregarse como inocentes que al no ser debidamente controladas derivaron luego en acciones más violentas en que las más comunes consisten en forzar a estudiantes a realizar situaciones desagradables, como el besar la boca de un cerdo faenado, romper o robar prendas de vestir –recordemos que gran parte son provenientes de la clase media y baja-, obligar a mendigar en las calles para recuperar sus pertenencias y sus ropas, entre tantas otras. En los años noventa, el mechoneo pasó a ser un tema de discusión a nivel país producto de los innecesarios excesos que se cometieron en algunos lugares, incluyendo las quemaduras que sufrieron jóvenes luego de que les lanzaran ácido como parte del mechoneo o vejámenes y humillaciones de índole sexual a las recién integradas alumnas. Diversas casas educacionales han tomado la decisión de prohibir los mechoneos o han obligado a la realización de éstos de forma más pacífica.
A pesar de todo lo anterior y de los esfuerzos realizados en la materia, la violencia y humillación emprendida hacia mujeres a lo largo del país es preocupante.
Invito entonces a reflexionar y, sobre todo, a fiscalizar.
Todas y todos tenemos derecho a vivir en paz y libertad.