La semilla y la siembra
Por: Cristián Brito Villalobos; Periodista; Magíster en Literatura; Escritor.
Llevo cerca de 9 meses asentado en La Serena. Luego de vivir entre Santiago y EE.UU. de manera intermitente, finalmente encontré el lugar que buscaba. Esta zona no me es para nada desconocida. Villalobos, mi apellido materno, proviene de mi abuelo Ricardo Villalobos, más conocido en Coquimbo como el “Maestro” Villalobos. Un músico de excelencia que tocaba el piano, el saxo, la trompeta, y tal vez otro instrumento que jamás me enteré.
Mi infancia se cimentó en gran medida acá, en las tierras polvorientas de la población San Juan. Coquimbo fue mi cable a tierra para conocer y reconocer la realidad oculta en mi tierra natal, Chuquicamata, donde la sombra de Pinochet y de la Dictadura imperó casi como una ideología de vida. Una burbuja Sci-fi.
En 9 meses he conocido mejor la ciudad. La Serena tiene un patrimonio intangible invaluable. Cuando hablo de intangible me refiero a lo que no es palpable, que no se toca, al menos no con las manos. “La obra una vez terminada ya no te pertenece”, me dijo alguna vez Ramón Díaz Eterovic. En la tierra de la eterna Mistral y de la valiente Stella Díaz Varín también coexisten nombres de muchos más aristas destacables. Señalar nombres puede ser injusto, pero se me vienen a la cabeza los jóvenes de la agrupación cultural Exp Lunch, asimismo los de la Revista Grito por Otra Comunicación, que se han transformado en una plataforma alternativa de gestión cultural con escasos recursos. Igualmente leo los escritores locales, tantos y tan buenos como Javier del Cerro, Natalia Figueroa, Clo Domínguez, Herber Rojas, William Carlos William, Katherine Oñate, Marcela Reyes Harris, María José Rivera, Alicia Mondaca, Ignacio Borel, Shakti Kundalini, Eduardo Duarte, Pía Ahumada, Cristian Geisse y muchos más. Este grupo prometedor, con empuje y ganas y que comparten el mismo anhelo, crean arte de calidad y en la gran mayoría de las veces, en base a autogestión. Un aplauso, a todas ellas y todos ellos. Loable. Arturo Volantines, poeta e intelectual de la ciudad alguna vez me dijo años atrás:” No sabes la calidad y cantidad de artistas que hay en la región. No lo creerías”. Sí, Arturo, tenía razón…
Uno de los versos más hermosos y colmados de dolor que recuerde es el del Canto del macho anciano de Pablo De Rohka; “cae la tarde en la literatura y no hicimos lo que pudimos, cuando hicimos lo que quisimos con nuestro pellejo”. Entonces saquemos provecho y con nuestro pellejo, seamos la semilla de la futura siembra.