Los Sonetos Prohibidos
Por: Juan Carlos Robles; (Chapilca)
I
Entre grillos de leyes prisionera
la encontré pagando una fiel condena
he de arrancarle con sangre las cadenas
o condenarme, si así no fuera
¿Qué sabe él? del amor que me enloquece
si por esta vida va pasando apresurado
sin siquiera notar que mi rostro palidece
cuando pone en su boca, un beso apasionado
Si comencé a quererla una tarde cualquiera
son signos que el destino nos tenía reservado
yo no pude evitar su mirada soñadora
y busque sus labios para que al fin esa quimera
se fundiera con mi fuego de hombre enamorado
y saber de caricias y pasión engañadora.
II
Y me fui bebiendo lento y silencioso
ese amor prohibido por los hombres justos
hoy arde la hoguera de ese fuego hermoso
que solo con la muerte, apagaremos juntos
Sin han de condenarme por amarla tanto
aquel que se atreva que tire la piedra
moriré feliz al saber que un santo
ha crecido puro entre mala hierba
¡Por qué señor!…tenía que ser ella,
ella y no otra, la que encendiera el fogón
tú que todo lo sabes ¡contesta señor!
¡Hay! que daría yo por olvidar aquella
pasión prohibida y lograr tu perdón
yo quisiera olvidar para siempre su amor
III
Pero cuando miro sus ojos mimosos
y sus labios carnosos, que encienden la hoguera
mis músculos tiemblan de miedo y de gozo
muy lento y pasmoso, la recorro entera
Temblando su cuerpo se agita
temblando me entrega su amor
y pensar que este fuego marchita
la madera sagrada de ajeno fogón
Al beber esa miel que es amarga
mi alma se excita, al sentir su sabor
tú que puedes salvarme ¡escuchadme señor!
Por piedad arrancadme esta carga
que me va oprimiendo, con lento fervor
tú que puedes hacerlo ¡te suplico mi dios!