Por más de 30 años se desempeñó en la escuela Bernarda Morín del sector Antena y actualmente está dedicada a escribir integrando el grupo Armonía entre lápiz y papel y en la Feria del Libro de La Serena participó junto a otras dos escritoras en un recital poético
En el recital poético de tres escritoras de la agrupación Armonía entre lápiz y papel, una de sus integrantes, la profesora María Elena Marambio, no podía ocultar su orgullo porque en la primera fila le acompañaba parte de su familia, donde tanto su hijo y hermana, también son docentes como ella. Este hecho lo remarcó con fuerza a lo largo de la actividad.
El evento financiado por el Fondo del Libro Convocatoria 2021 del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.
María Elena Marambio es serenense, criada y educada en la capital regional. Se forjó como docente normalista y sus primeras clases las efectuó en el sector minero del Desvío Norte donde estuvo cuatro años. “Allí fui profesora, pero también hacía labores de directora, manipuladora de alimentos hasta aseo”. Posteriormente fue trasladada al sector Antena donde se desempeñó por 35 años en la escuela Bernarda Morín, “se transformó en una buena experiencia”.
Confiesa que con el tiempo sus alumnas se convirtieron en apoderados y terminaron por llevar a sus hijos al mismo establecimiento educacional. “Eso me llenó el espíritu y el mejor pago y premio que me da Dios es que hoy día veo a mis alumnos adultos y aún me saludan. Es una gratitud porque, además son profesionales”.
Egresó como profesora en mención en inglés básico, pero en la escuela de toda su vida terminó coordinando la especialidad de ciencias naturales y laboratorio.
A la presentación la acompañó su hijo mayor Sergio, su hermana Rosita, quien también es maestra, y su sobrina que es trabajadora social. “En mi familia hay más de una docena de maestros. Ser profesora es lo máximo que logré en la vida y mis padres me educaron para ello. A la vez que poseo la suerte de tener dos hijos y los dos son maestros”.
¿Usted les inculcó la docencia?
En realidad, ellos llevaban esa vocación guardada, nunca me imaginé que pudieran llegar a convertirse en profesores igual que yo”.
¿Sigue ligada a la educación a través de clases particulares?
“No, estoy jubilada hace 14 años y me di unas vacaciones y luego me dediqué a la escritura. Inicialmente integramos un grupo que nos invitó a escribir y con cuatro escritoras nos hicimos afines y creamos otra agrupación literaria que llamamos Armonía entre lápiz y papel y funcionamos en el Centro Comunitario de Cuatro Esquinas”.
¿En lo particular cuáles son sus sueños?
“Lo primero que nos propusimos al escribir fue dar a conocer nuestros trabajos y ayudar a la cultura en el sector. Fue así que comenzamos a salir a los colegios y celebrar el día del libro regalando ejemplares usados. Después nació la idea de imprimir un texto y encontramos un gran apoyo en la Sech a través de don Edmanuel Ferreira y Luis Aguilera, nos entusiasmamos y en menos de un año logramos una antología. Fue un sueño alcanzado y ahora estamos en los pasos de conseguir una segunda antología y a dar a conocer nuestros escritos”.
SIGUIENDO EL LEGADO
Su hijo Sergio no esconde la satisfacción que le provoca estar presente en el lanzamiento del libro de su madre. Dicta clases hace 20 años y actualmente desempeña la docencia en el colegio Elena Betini de La Serena. “Es un motivo de orgullo, porque fui testigo de sus desvelos y sacrificio, como también la satisfacción del trabajo cumplido, a veces postergándose y sin un ánimo de culpar, postergando a la familia. Pero, hacía apreciar que el foco estaba correcto al cumplir las metas”.
¿Y estando consciente de los sacrificios y las postergaciones familiares, en su caso qué lo lleva igualmente a estudiar pedagogía?
“Obviamente, cualquier camino que uno tome tiene luces, sombras y al final existe esa sensación que uno se puede sentir realizado en la docencia ayudando a otras personas y alcanzar sus potenciales. Es un proyecto que a mí me entusiasmó”.
