Nanette de Racourt: “Hoy la naturaleza pide a gritos que la protejamos”
Para El senderismo y alta montaña están siendo parte de su vida y eso le ha motivado tener el permanente contacto con el medioambiente y su entorno
La pandemia por Covid-19 la tuvo “paranoica” durante dos semanas al inicio del 2020 y eso mismo, le motivó profundizar en algo nuevo y enfrentar la vida desde otra perspectiva, cuidándose ante la incertidumbre de la enfermedad, pero al mismo tiempo, siguiendo una inspiración especial. Así, la educadora diferencial de nuestro liceo Gregorio Cordovez, Nanette de Raucourt Amed (28) comenta su participación en Cumbres Literarias, un club de montaña y expediciones que encontró por redes sociales.
Desde los 14 años se motivó a conocer lugares nuevos y a los 15, visitar el sur de Chile la convirtieron en una mochilera encantada de la naturaleza, lugar al que dice “debo estar siempre ahí”. Combinar el cuidado de los ecosistemas y el deporte hace que esta joven profesora se haya tomado muy en serio escalar cumbres, una tarea nada fácil y que requiere mucho más que la voluntad.
En corto tiempo se hizo de implementos especiales como zapatillas, mochila, bastones y ropa térmica para aguantar todo tipo de temperaturas. Además, de entrenar previo a las escaladas y para eso practica yoga, bicicleta, ejercicios cardio y trekking en lomas de baja altura como el Cerro Grande.
Subir los cerros es todo un rito y más aún en el Club de Cumbres Literarias, porque están ejecutando un proyecto con la Universidad de La Serena que consiste en instalar placas de cerámica con versos de nuestra Gabriela Mistral en las cúspides de los cerros y aunque Nanette confiesa que conocía poco a Mistral y la asociaba al amor hacia los niños, hoy ha aprendido que nuestra Premio Nobel “le hablaba a la naturaleza y no se separaba de ella”, relata.
ALTA MONTAÑA
El Mamalluca (2.330 m.), Doña Ana (5.648 m.) Cancana (4.109 m.), Paranao (3.569 m.) y La Coipa (4.040 m.), son algunas de las 15 expediciones en la que Nanette ha participado, teniendo en mente subir el cerro Las Tórtolas de 6.160 m., el segundo más alto en el Valle de Elqui, una expedición que le tomará entre 4 o 5 días.
Para subir y bajar cerros, se organizan en cordadas compuestas de 3 a 4 personas y que han definido bajo el nombre de Puma, Águila y Cóndor. Van ascendiendo en grupo, siguiendo una ruta que previamente han estudiado y utilizan aplicaciones para senderismo, solicitan permiso a los comuneros para el ascenso y a veces, deben pagar, puesto que “los cerros lamentablemente no son libres. Ellos son nuestros guardianes y no se deben privatizar. Hoy la naturaleza pide a gritos que la protejamos”, afirma.
Cuando son expediciones de más de un día, en cordadas hacen el camino hasta el campamento base en una caminata de seis horas y al otro día, otras seis horas más en un nuevo campamento, para luego llegar a las cumbres, mientras que la bajada se realiza en un día a lo máximo dos.
Llegar a la cima es todo un sentimiento, según expresa Nanette, “cada cerro es una emoción distinta y a la vez una gratitud con el entorno de haber llegado hasta allí. Ahí te das cuenta de la abundancia de la naturaleza”. A ello se suma que arriba, la expedición lee un poema de Gabriela Mistral que, está tallado en las placas de gredas que quedan como testimonio de aquella aventura.
Sin embargo, no todo ha sido tan espléndido como quisiera. Hay excursiones que son más complejas que otras y Nanette sabe bien de ello. En el verano pasado al subir el cerro Potrerito (4.365 m.) en el sector de Limarí cuenta que se fue moviendo entre una cordada y otra, pues iba quedando atrás y luego avanzaba y se incorporaba a la siguiente y hubo un momento en que perdió todo rastro y señal, “ahí tuve miedo y lloré de angustia”, pues quedó sola sin saber dónde caminaban sus compañeros y perdiéndose en la ruta por horas, para mucho después vislumbrar a su grupo.
Pese a esta experiencia, ella no abandona este amor que ha cultivado en poco tiempo por las alturas. Es más, tiene en proyecto que adolescentes entre 12 y 18 años puedan motivarse, practicando el senderismo como una manera de ayudarlos en esa etapa compleja de la vida.
No obstante que la pandemia sigue vigente y pareciera que deberíamos acostumbrarnos a la presencia de esta enfermedad, Nanette es optimista y señala que, “también están ocurriendo cosas buenas. La vida sigue siendo hermosa y siempre habrá esta dualidad que nos permitirá contemplar la vida con otra visión”, finaliza.