Rescate de vides patrimoniales abre oportunidades a pequeños productores de uva pisquera
Iniciativa se suma al programa de innovación territorial de la cadena productiva del pisco para su posicionamiento en el mercado internacional.
Entre las regiones de Atacama y Coquimbo se encuentran los valles donde se produce la totalidad de las diez mil ha de vides plantadas para producir pisco con denominación de origen. La superficie plantada está formada por 5 variedades tradicionales: Moscatel de Alejandría, Moscatel Rosada, Moscatel de Austria, Pedro Jiménez y Torontel. Sin embargo, las variedades autorizadas para la producción de pisco son 13.
Con una industria cada vez más exigente a nivel internacional, el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), con el apoyo de la Fundación para la Innovación Agraria (FIA), ambas instituciones provenientes del Ministerio de Agricultura, se han enfocado en aportar competitividad al sector, particularmente a los pequeños productores, dotando de valor por medio de la investigación en vides patrimoniales, evaluando su potencial para la producción de este destilado de fama internacional. Para ello, se rescataron y evaluaron 4 variedades no tradicionales: Moscatel Amarilla, Moscatel Negra, Moscatel Blanca y Orange Muscat.
Rodrigo Gallardo, jefe de Programas y Proyectos de FIA explica que esta inversión permitirá a los pequeños productores abrirse a mejores oportunidades de negocio: “además de valorizar cepas que no son reconocidas actualmente en la denominación de origen, evaluar su potencial para la producción de mejores y más diversos destilados aporta al desarrollo de la industria local y con ello contribuir a mejorar la oferta de un producto tan competitivo como el pisco”, comenta respecto a la iniciativa.
Este proyecto es la continuidad de otras iniciativas marcadas por la articulación intersectorial de organismos vinculados a la innovación, el fomento productivo y la innovación, como CORFO y FIA. Ya en el 2012 los especialistas del INIA comenzaron con el rescate de cinco de ocho variedades no usadas comercialmente, continuando su desarrollo gracias al aporte que FIA otorgó a sus ejecutores.
“El principal objetivo del proyecto fue la identificación genética de las variedades que hoy en día son utilizadas para la industria pisquera. Hoy sabemos exactamente cuál es el material genético que tenemos y podemos compararlo con otras variedades que existen en el mundo. Con este proyecto los productores pueden tener una opción distinta a las variedades tradicionales. Que tengamos muy caracterizadas nuestras variedades nos permite salir al mundo y decir exactamente que el pisco chileno se produce con variedades de uva generadas naturalmente en el sur de América”, explicó Antonio Ibacache Subdirector del Centro Experimental INIA Vicuña.
Por su parte Mauricio Muñoz, profesional del departamento técnico de la Cooperativa Capel, agregó “es tremendamente relevante para nosotros, porque tiene alcances que pueden llegar a ser una oportunidad para todos los productores pequeños y también para la zona pisquera que ya está industrializada. Lo que hemos logrado ver es que tenemos variedades que tienen un potencial tremendo que no lo alcanzábamos con otras variedades que teníamos”.